UN APORTE DE CALIDAD MENTAL
“ El hombre es un ser para la muerte”. Escribió hace más de 40 años un filósofo Francés llamado Jean Paul Sartre.
Era un filósofo Existencialista que se proclamaba ateo, y eso impactó a muchos jóvenes de la época.
En su discurso planteaba una realidad inobjetable, una verdad que marca el destino del hombre : la muerte. Pero ver la vida de esta manera es angustiante, porque es pensar que tarde o temprano ese fin inexorable llegará y que no habrá lugar en el universo entero en el cual el ser humano se pueda refugiar para evitarlo; entonces no importarán triunfos ni derrotas, honores o deshonras, riquezas o pobrezas, a todos por igual les llegará el fin para el cual nacieron: morir.
Pero, si bien la afirmación J.P. Sartre es una verdad irrefutable, los seres humanos se aferran a la vida y luchan por prolongarla y conservarla, la razón de todo esto es porque en el interior de cada uno de ellos hay una fuerza descomunal que se llama: ¡¡¡ESPERANZA!!!
La palabra esperanza viene de “esperar” y su significado está asociado a un estado de ánimo positivo respecto a una meta o deseo que se considera alcanzable, posible. No se mide el nivel de dificultad, sino el logro. La esperanza establece un juego de probabilidades donde el final siempre va a ser exitoso, no importa lo que haya que hacer para conseguirlo.
Por ejemplo: no todos los deportistas que van a unos juegos olímpicos ocupan el primer lugar, ni suben al pódium, a veces las diferencias son de milésimas de segundo, pero ellos se sacrifican, entrenan durante largas jornadas, hacen dietas exigentes porque en su mente hay una esperanza: Triunfar.
Y si de pronto en esos olímpicos no se logró la meta, pues … será en los próximos, y entonces al día siguiente a la clausura se empezará un nuevo un plan de entrenamiento, mucho más exigente, porque el día que pierda la esperanza, ese día se terminará todo, habrá grandes cambios en su vida donde la fuerza de su mente no estará en el futuro, sino en el pasado, y entonces …ese exdeportista le contará a sus hijos y a sus nietos que alguna vez en su vida el tuvo un potente motor que lo jalonaba al despertar, que le daba sentido a su vida, que se sobreponía al frío, al dolor, a las angustia, y que ese motor era la esperanza de verse campeón olímpico, parado en el pódium con la medalla dorada pendiendo de su cuello.
Igual que en el deporte, también en la vida se requiere la esperanza, solo con ella es posible afrontar los retos, los conflictos, los problemas, las dificultades. La esperanza es como la luz que guía y que orienta y de su fuerza dependerán los resultados de las acciones que se emprendan sin importar el campo de desempeño: el estudio, la oficina, los negocios, el empresarismo o la vida de pareja…
Porque la esperanza genera transformación, cambio, avance, moviliza la voluntad de las personas en torno a propósitos definidos. La esperanza suele surgir con mayor fortaleza en ambientes adversos, en los que, justamente, se traduce en la determinación de cambiar lo negativo por lo positivo.
Hay personas que pierden la esperanza y entonces su vida también pierde sentido. Solo ven como opción última el suicidio o la autodestrucción, tal vez porque lo mismo que Sartre piensan que el fin de todo es la muerte.
Pero para los que creemos que la muerte no es el fin, sino el comienzo de una nueva vida, entonces no nos rendiremos jamás y así, como guerreros medievales lucharemos contra la enfermedad, llámese como se llame, la adversidad, el dolor, la pobreza, la ignorancia, porque en el interior de cada uno existirá un poder indestructible que se llama LA ESPERANZA